La tarde cae en Barcelona y el clima invita a salir a recorrer sus calles. La primavera en esta ciudad es cálida y suave. La brisa del mar sube y te envuelve, y el pelo se te arremolina con suavidad.
Los parques y jardines están envueltos en una calma silenciosa que se rompe, de vez en cuando, por el murmullo del tráfico de la Avenida Diagonal a lo lejos. Los fines de semana aquí son extraños y solitarios, es una ciudad fantasma dentro de la misma ciudad.
El éxodo de transeúntes se disipa estos días y te hace sentir extrañamente dueño de cada calle que recorres. Oigo mis tacones a cada paso y veo cómo el cielo va adquiriendo un cariz liláceo que va comiéndose el ámbar del atardecer.
Para este paseo urbano hoy he optado por combinar texturas y materiales que unidos parecen fundirse entre sí. Un jersey de alpaca en tono crudo de Sita Murt, sobre un vestido de flores efecto raso de Zara, recrean éste outfit tan urbano como primaveral.
El look lo cierra un trench de ante -herencia del guardarropa de mi madre- de Podivm, en un precioso color avellana, unos botines de cuero negros de hace varias temporadas de Mango, y un bolso de media luna negro. Una reliquia de Christian Dior que aporta ése aire retro pero a su vez sofisticado que eleva cada una de las piezas de la imagen.
Pura poesía 😍